domingo, 26 de octubre de 2008

SILENCIO...

Esta mañana he dejado sobre mi libreta una taza de café amargo que no he sido capaz de terminarme, y al ponerla sobre el papel en blanco, un poso húmedo ha teñido de marrón el silencio que mi boligrafo no era capaz de rellenar...
Hoy mi bolígrafo no escupe frases conexas, hoy mis dedos no son capaces de crear letras que puedan significar algo más allá de la tonteria, hoy no sé como hacerlo, no sé como trasladar las letras de mi corazón a los huecos vacíos de mi folio en blanco... murmurando silencio, mururando vacío... hoy no puedo... hoy escribo con tinta que resbala por mis mejillas, que me nubla la vista... hoy dibujo con restos de café...

Hoy necesito escuchar una voz que pese más que este silencio a voces que me rodea, algo que me llene entre tanto sin sentido... Porque hoy nada me importa, tan sólo esa miel que endulza los escombros de mi corazón, esos pedazos que se amontonan noche tras noche al lado de mi cama, mientras espero desnuda y cabizbaja a que vuelvas y me abraces sin brazos, me beses sin labios, me escuches sin oídos, me toques sin manos... y te vayas sin poder mirarme a los ojos...

Tal vez porque no te conozco o porque te conozco demasiado... tal vez porque no se quien eres realmente o porque lo sé desde siempre... tal vez por todo, tal vez por nada... hoy importas tú, la miel que endulza mis momentos amargos, mi traficante de sonrisas y sueños... hoy y siempre importas tú aunque no te tenga, aunque no te vea, aunque no te escuche... Importas tú, pero hoy me siento demasiado vacía como para decirtelo... Hoy no me salen las palabras... hoy no...

lunes, 13 de octubre de 2008

EL GUSTO DE LA NADA

¡Triste espíritu, antaño amante de la lucha,
la Esperanza, cuya espuela excitaba tu ardor,
no quiere ya montarte! Échate sin pudor,
viejo caballo cuyas patas tropiezan en todos los obstáculos.

Resígnate, corazón mío; duerme tu sueño de bruto.

¡Espíritu vencido, extenuado! Para ti, viejo merodeador,
el amor no tiene ya sabor, ni tampoco la lucha;
¡adiós, pues, cantos del metal y suspiros de la flauta!,
¡placeres, no tentéis ya a un corazón sombrío y gruñón!

¡La adorable Primavera ha perdido su olor!

Y el Tiempo me devora minuto tras minuto,
como la nieve inmensa a un cuerpo afectado por la rigidez;
contemplo desde lo alto el globo de su redondez,
y ya no busco en él el abrigo de una choza.

Alud, ¿quieres arrastrarme en tu caída?

Charles Baudelaire