Te escibo por estos medios porque parece que cuando hablamos debimos no entendernos bien... o debí hablar un idioma que no comprendías...
Tengo que contarte, y recordarte, que ya no quiero seguir jugando al gato y al ratón contigo, deja de intentarlo... deja de seguirme... que ya me cansé de jugar, que ya me cansé de llorar lágrimas demasiado pesadas, de perder el tiempo con cosas en las que realmente nunca creiste, que ya me cansé de tu juego de cartas rotas... juega tú solo si quieres... yo no pienso volver a apostar por tí.
Tengo que contarte que ahora por fin soy feliz, feliz en otros brazos que no son los tuyos...
Que vivo como una Princesa en un palacio de cristal, desde el que de noche se ven las estrellas y la luna, con un hombre que me da tanto amor como merezco y al que doy tanto amor como merece, con un hombre que cambió toda la oscuridad que trajiste a mi vida por luz brillante todos los días.
Con un hombre que está a mi lado cuando lo necesito, que me respeta, que me cuida, que me escucha, que me hace reir, que me vuelve loca, que me emociona, que me completa y me llena, que me acaricia el alma con solo mirarme... Con mi hombre... con el dueño de mi corazón y de mi cuerpo, de mi alma y de mis pensamientos, de mis sueños y de mis desvelos...
Tengo que contarte que te desterre al olvido hace tiempo, que fuiste tú quien quiso regalar su asiento, que ya no te quiero, y lo siento, porque ni si quiera te odio, pues eso ería tenerte demasiado en cuenta...
Desaparece de una vez de mi vida, fue eso lo que acordamos... déjame ser feliz a mi, ahora que he encontrado el dónde, el cuándo, el cómo y sobre todo... el CON QUIÉN.
